El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, lo ha dejado claro: mantendrá las compras de bitcóin, independientemente de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le haya recomendado a su Gobierno disminuir las participaciones estatales en criptomonedas.
En una publicación en la red social X, el mediático mandatario aseguró que seguirá el ritmo de compras, a pesar de las exigencias del Fondo para que su país acceda a una línea de financiamiento por 1.400 millones de dólares.
"No, no se detiene [la compra de bitcóin]. Si no se detuvo cuando el mundo nos condenó al ostracismo y la mayoría de los 'bitcoineros' nos abandonaron, no se detendrá ahora y no se detendrá en el futuro", recalcó en un mensaje escrito en inglés.
La enfática postura del mandatario fue a raíz de una publicación en la que se anunciaba la compra de otro bitcóin para la reserva estratégica del país.
¿Por qué es polémico?
El FMI impone al menos dos prerrogativas a El Salvador para que tenga a su financiamiento a lo largo de 40 meses: mantener a raya el uso del bitcóin y mayor transparencia en la gestión de los recursos públicos.
Más allá de la típica receta del Fondo, que implica recortes en materia fiscal para "corregir los desequilibrios macroeconómicos", la dosis diseñada para El Salvador implica un duro freno al proyecto económico de Bukele, quien ya tuvo que dar marcha atrás a su decisión de convertir esa criptomoneda en moneda de curso oficial.
Según el comunicado que emitió el FMI hace unas semanas, Bukele había aceptado reducir de manera gradual la participación del Estado en la Chivo Wallet, el monedero virtual que su Gobierno lanzó con bombos y platillos para acompañar la implementación del bitcóin. Este retroceso también representa 'plomo en el ala' para la imagen del mandatario.
De hecho, el subdirector gerente y presidente interino, Nigel Clarke, insistía en que "los compromisos del programa limitarán la participación del gobierno en actividades económicas relacionadas con bitcóin, como las transacciones y compras de bitcóin por parte del gobierno". Bukele, con su decisión, parece remar en dirección contraria.